El descenso de ceños,
clavados,
en una uve
que no espera paces ,
ni relucientes botines.
La rabia viene del lejano olvido,
los ejércitos de la ira
se han posicionado firmes
bajo los estandartes valientes
del mercenario coraje,
temido en mil mundos
que ruge a quien mejor pague.
La gran vieja cazuela,
goteante de sudores rojos
y burbujeantes en vapores,
desprende aromas a enojo.
Madera en el cucharón cínico
removiendo los podridos caldos
de una indigesta comida, antojo
de una repulsa homicida
hacia todo lo que traiga cordura,
maldita y altiva,
desesperanza en alza,
la gran vieja cazuela.
No hay comentarios:
Publicar un comentario