jueves, 4 de febrero de 2016

CORAZÓN ESPACIAL


Hoy le detuvieron el reloj,
le libraron de fichar latidos
en un febrero amarillo,
de tantos soles,
toda luz era poca para despedirle,
lo sabía la vida conocida,
la intransigente parca
y los más grandes Dioses.
El verbo trabajar le edificó catedrales
en las manos y la espalda,
que aún asombran y fascinan
a todos aquellos que viven pensándole.
Tenía la honradez de una promesa cumplida,
sazón de un corazón espacial
que olía a tierra mojada,
a madera y perros,
a mar y pólvora.
Que me encierren si no le veo
en un capellán seco, un pulpo,
un martillo, un serrucho,
una caseta, un gallo despierto.


(a mi tío Ernesto)

No hay comentarios:

Publicar un comentario