Invierno de mares rojos
en la calma perversa
que corona tu efigie carnal,
tu llanura norteña
es un páramo de hielo,
en el descenso bello y tétrico,
princesa del infierno,
sigo el sendero
a la delgadez de tus arcos negros
que custodian los astros oceánicos,
dos cañones pesados
que desmembranan lo mirado
en explosiones azules
de esas que convierten en cuervos súbditos
a los osados que pasaban por tu estrado.
Emperatriz de las noches negras
con eternidad en la adición
para quienes se quedan a tu vera,
tatuaje de sueños oscuros
con sabor ferviente a sangre
de la que beben los vampiros,
benditas las victimas,
alabados los mordidos,
tu tallo albino de punto cardinal,
gemelo de la luna más llena,
que te trae los aires precisos
en el broche céntrico
con detalle en el acero.
Dos graciares que acorralan
la maravilla antes citada,
el puente maldito,
duplicado , a veces invertido,
volcán fiero,
de cuántas palabras te han descrito,
y de cuantos besos rojo vino
has ido a regalar,
princesa del infierno,
la soledad es un electroshock
si te pienso,
descarga vital,
resucitado, a sus pies.
He aquí un simple mortal.
William Adon F. 2017 ®️