Latido y carne,
carne y latido,
los asedios hacia mi cordura
son ejércitos despiadados que portan tu sabor
cuan estandarte imperial reconocido
de los que anunciaron a cualquier heredero de la historia
en la época que le tocó poseer
y quien a latigazo en vivo
o fe inquebrantada le tocó temer.
No es que sea tuyo,
es que te debo tantas vidas
en las que pueda reencarnarme…
ferviente deudor de vos,
me someto al respirar canibal
que luce taquicardias en tu nombre
y orgasmos en tu incendiar estival,
ese que lo quema todo
hasta la entraña,
hasta el sueño gobernado,
hasta el hueso, fundido y calcinado.
Latido y carne,
carne y latido,
malditas sean las aguas arpías
o los caldos de hada
que no me traigan en imperativos tu dulce vino.
Eres un asalto, una emboscada,
un mar de ballestas, un concierto de puñales
que jamás esquivo,
juro que mi esqueleto
es lo único que me diferencia de un aire viciado
cuando te vienes a abordar
los espigones de mi adicción,
deseo eterno y blindado,
desde estaciones hasta solsticios,
latido y carne,
carne y latido.
W.A.F. 2016
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